+ que un baño Comunitario

En el marco de la pandemia nace + que un baño, una iniciativa para que más personas accedan a sets para instalaciones sanitarias en sus viviendas y talleres con los contenidos básicos requeridos para hacer las mejoras.
En el 2021, junto a la Fundación Holcim, esta iniciativa va más allá con el lanzamiento de la convocatoria a centros comunitarios para participar del programa y mejorar el espacio sanitario para centros educativos comunitarios, comedores, centros de día, entre otros. La convocatoria inició en agosto y alcanza a 30 centros de Ciudad Autónoma de Buenos Aires y localidades de la Provincia de Buenos Aires: Campana, Tres de Febrero, San Isidro, La Matanza, Ingeniero White (Bahía Blanca), Moreno, San Martín y Tigre.
Las mejoras sanitarias en los centros comunitarios se realizarán con la gestión y participación directa de las personas que a ellos acuden, quienes tendrán a cargo las decisiones y contarán con los materiales necesarios y capacitación para realizar las mejoras. Los talleres refuerzan la importancia de contar con sistemas de saneamiento e higiene seguros, al tiempo que brindan el acompañamiento técnico y todos los materiales que se requieren para la instalación. De esta manera, se contribuirá enormemente a garantizar el acceso a baños seguros, limpios y cuidados.

Un baño, un derecho 
El saneamiento es un derecho humano básico reconocido por la ONU desde el año 2010. Desde esta perspectiva, la función de los baños públicos y comunitarios permite lograr el acceso universal.  A su vez, garantizar la accesibilidad a baños para todas las personas contribuye con los objetivos de inclusión, salud, reducción de la pobreza y empoderamiento económico. En nuestro país, aproximadamente 6 millones de personas, sin contar el incremento de la pobreza, no cuentan con este servicio básico y fundamental dentro de sus viviendas.

La idea “un baño seguro salva vidas” grafica la necesidad de convertir el saneamiento en una prioridad de desarrollo mundial, apoyando el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6, cuya finalidad es garantizar la disponibilidad de agua y saneamiento para todos de aquí a 2030. Lo que hacemos en el baño repercute en nuestra salud física y mental. Entre otras situaciones que impiden que el baño sea un entorno seguro, puede darse la de baños compartidos entre varias familias en una casa, baños afuera en espacios inseguros e insalubres, descarga manual con baldes de agua, superficies en mal estado que no pueden limpiarse.

Los baños comunitarios suelen construirse sin consultarle a la comunidad sobre su ubicación, diseño, construcción o mantenimiento. Como resultado, puede que éstos no se adecúen a las necesidades particulares de una comunidad o que no se aprovechen su entendimiento local del terreno o de las dinámicas de poder. Esto podría provocar un escaso sentido de propiedad y apego a las instalaciones, además de la exclusión de algunos usuarios y la poca motivación para darles uso y mantenimiento, provocando potencialmente un círculo vicioso de “construcción-descuido-mal estado- reconstrucción”.

El enfoque de género
El acceso limitado al saneamiento afecta de manera desproporcionada tanto a las mujeres como a las niñas. Ello se debe a diversos factores, como roles sociales y culturales, responsabilidades y limitaciones. Cuando no se cuenta con baños, las pruebas indican que a menudo las mujeres y las niñas limitan su alimentación o el consumo de líquidos para retrasar la necesidad de utilizar el servicio, lo que a su vez incrementa el riesgo de diversos problemas de salud y afecta su calidad de vida. También pueden esperar a que oscurezca para hacer sus necesidades, lo que puede ser peligroso. Las mujeres y las niñas (y las personas transgénero, personas con discapacidad y los niños) corren mayor riesgo que los hombres de sufrir violencia sexual, acoso y violencia física cuando se ven obligadas a utilizar baños inseguros, oscuros o mal ubicados. Además, el no poder manejar la menstruación de forma higiénica afecta la salud, movilidad y dignidad de las mujeres y las niñas.
Lo baños públicos y comunitarios que ayudan a los usuarios a llevar a la práctica los comportamientos de higiene fundamentales, como el lavado de manos y el manejo seguro, privado e higiénico de la menstruación, contribuirán con la salud, el bienestar y la movilidad de las mujeres y de las niñas, y ciertamente, de todos los usuarios. Los que planifican, diseñan y construyen este tipo de instalaciones deben comprender el contexto local y los tabúes entorno a la menstruación desde la perspectiva de las mujeres y de las niñas.

 

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