“Mi mejora es lo que más anhelaba en este mundo”. Estela es conocida en su barrio por muchas cosas: entre ellas, por las empanadas y tortas fritas que hace y que le convida a todo aquel que va a su casa, además de ser un gran ingreso para el hogar. Su esposo es jubilado y en la vivienda en la que criaron a todas sus hijas, durante 25 años no pudieron hacer ninguna reparación o mejora: el techo se volaba y recuerda que cada vez que llovía tenía que sacar corriendo todo de la cocina para que no se arruinara. Uno de los dormitorios no contaba con ventana ni piso porque no pudieron terminarla.
Las mejoras que llevaron adelante con Hábitat para la Humanidad Argentina incluyen el dormitorio con ventilación y piso nuevo, y pintura de la cocina, con techo e iluminación. La casa cambió completamente, lo que llena de felicidad a toda la familia. Pero además del hecho de que, como dice Estela, “no se llueve ni una gota”, cuando estaban finalizando la obra, su hija menor sufrió un grave accidente en moto. La habitación nueva estuvo lista justo cuando debió trasladarse al hogar para cuidados especiales: “La recuperé, puedo tener a mi hija acá porque después del accidente no puede estar sola. Hace 7 meses que está sentada, quemada, el doctor me decía que tenía que estar ailslada, en un lugar donde no tenga nada”.
Una mejora en una vivienda puede llegar a generar mucho impacto: es un cambio material que en muchas ocasiones sirve de motivación para avanzar con otras, de forma continua y progresiva, pero que de por sí es muy significativa, especialmente cuando es realizada por los propios habitantes.
En este caso, representó condiciones de salubridad e higiene para un paciente en recuperación, además de una mayor estabilidad para quienes habitan la casa. “Yo pienso que Dios me dijo: te tocó a vos porque lo vas a necesitar.