Hace un año y medio contábamos que la familia de Carina y Diego se habían mudado al edificio Estela de Esperanzas. La tranquilidad de su nuevo hogar le dio a Carina el impulso para retomar un sueño largamente pospuesto: estudiar una carrera. Siempre, por una razón u otra, lo había postergado: primero quería estudiar para ser maestra Jardinera y de Nivel Inicial. Con el tiempo se dio cuenta de que quería ayudar a los niños en temas de desarrollo y maduración, por lo que decidió formarse en Psicopedagogía. A su vez, le interesa el abordaje desde las problemáticas familiares y ayudar a los niños a avanzar a su tiempo y a su ritmo. Definir esta vocación no fue fácil, pero ser voluntaria en la parroquia en la que estudian sus hijos y en la Peregrinación Anual Juvenil a Luján sin duda fueron parte de la decisión: “ahí es donde también siento que se necesita mucho de gente con recursos para apoyarlos”.
El interés por los estudios siempre estuvo latente: “Este era un tema pendiente por mí y por mis hijos, por todos: es un ejemplo, además de todo lo que hay para estudiar y para conocer.”
Entre los factores que contribuirán a concretarlo se cuentan los cambios que vivió Carina desde que se mudó: consiguió un nuevo trabajo cuyo sindicato tiene una universidad que dicta la carrera que quiere seguir, así que ahora sí es algo realizable y accesible.
Además de esto, influye en su ánimo la serenidad con la que cuenta, el espacio para estudiar, que sus hijos están cómodos y seguros y especialmente, que la energía que sentía que malgastaba en su vivienda anterior, ahora la puede canalizar hacia los estudios: “Primero es difícil organizarse, cuando salís de un lugar, cuando estás incómodo: este año estoy tranquila, tengo un espacio y puedo abrir lugar para cumplir mis metas. No importa el tiempo que te lleve, sino la satisfacción con la que terminas.”