¿Cómo vivo el voluntariado?
El voluntariado tiene algo muy especial porque se hace desde el deseo, sin esperar nada a cambio. Es una entrega genuina, que muchas veces termina devolviéndote más de lo que das. Es ofrecer el tiempo, la cabeza, la escucha atenta y el compromiso emocional. No siempre se trata de hacer un trabajo físico intenso, sino de estar presente de verdad, con disposición y empatía, acompañando los procesos de transformación de cada familia. Es una forma concreta de decir: me importa lo que le pasa al otro.
Tiene un componente emocional muy fuerte. Se trata de estar ahí porque uno cree en la causa y en el poder de lo colectivo, y te atraviesa de una forma muy directa.
En lo personal, lo viví como una experiencia muy transformadora. Soy voluntaria en el área de Programas desde hace más de un año y ya en mi primer día sentí que estaba siendo parte de algo mucho más grande que yo, y que mi aporte, por más chico que fuera, podía generar un impacto real en la vida de una familia. Fue un momento bisagra. Me conectó con una forma distinta de comprometerme con el otro y con mi entorno. También me obligó a salir rutina y cuestionarme ciertas cosas, desde mis prioridades hasta cómo puedo poner mi formación profesional al servicio de una causa social.
Aprendí a valorar mucho más lo colectivo y la importancia de lo simple. Me llevé una mirada mucho más empática, y entendí que una vivienda digna no solo cambia estructuras físicas, sino que transforma vidas desde lo emocional, lo social y lo cotidiano.
Fui testigo del cambio que se genera en una familia y en las personas específicas de esa vivienda. No es algo que se suele hablar mucho, pero realmente les cambia la autoestima, son personas más alegres, más confiadas en sí mismas. Se les nota hasta en su forma de ser por fuera de la vivienda. Ver el antes y después en una persona me parece hasta más valioso que el de la vivienda.
En uno de los primeros ciclos en los que participé, llegó una chica tímida y reservada. Cuando conocimos su caso no creíamos que con el proyecto íbamos a poder ayudarla. Tenía una habitación que compartía con su pareja y su nena de cuatro años; no tenía baño, ni agua; apenas contaba con un poco de luz artificial y, para hacer todo peor, le entraba agua cada vez que llovía. No parecía que el proyecto era para ella, pero nos pusimos firmes que íbamos a avanzar con lo que se podía, íbamos a pelear por su vivienda de la misma manera que ella lo estaba haciendo. Hoy hizo su baño, tiene acceso a agua y luz. Pero se logró mucho más que eso, ella ya no es más esa chica tímida y reservada. Hoy tiene confianza en su vivienda y en ella misma: brilla.
Porque la vivienda es mucho más que un techo. Es el espacio donde una familia construye su historia, donde se siente segura, donde crece. Desde cosas simples como tener un espejo en el baño hasta un piso estable para que los niños logren un desarrollo adecuando. Son todas cosas super necesarias en el cambio de una vivienda y son cosas que notas en cada uno de los integrantes de esa familia.
Si vos que estás del otro lado leyendo, estás dudando si hacer o no voluntariado, te diría que lo pruebes, aunque sea una vez. No hace falta tener experiencia previa, solo ganas. Salir de la rutina, conocer realmente tu entorno y distintas realidades, tomar más perspectiva, eso es el voluntariado.
Columna escrita por María Paz Malvido, voluntaria desde junio de 2024 en el área de Programas.