Felicidad por la misión cumplida
La familia Silva–Miranda siempre será especial para Hábitat para la Humanidad Argentina: sus hijos fueron los primeros niños en los que pensar, la primera palada con vecinos y voluntarios. Pero especialmente, por depositar la confianza en el cambio a través de una vivienda adecuada. Una familia que, con tenacidad y esfuerzo, consiguió transformar sus condiciones de vida y construir un destino abierto a la esperanza.
La familia Silva–Miranda fue una de las dos primeras en construir una casa con Hábitat para la Humanidad Argentina en Luján, Provincia de Buenos Aires. Tras vencer numerosas dificultades desde los inicios en el 2002, consiguieron pagar la totalidad del crédito. Hoy, poseen una casa íntegramente de su propiedad. La Directora de Hábitat para la Humanidad Argentina, Ana Cutts, junto a Patricia Caviezel y Celina Malvazo -quienes participaron de los comienzos de la construcción- visitaron a la familia para hacer el cierre de esta etapa y recordar sus inicios.
Los hijos del matrimonio, Beto y Celeste, aún recuerdan los detalles de esos tiempos y el armado del hogar. Laura expresa cómo, la primera noche, la emoción de su familia era mucho más fuerte que su sueño. La familia vivía bajo un modelo de vida precaria y, según Laura “cambiar a esta casita fue lo más importante para los chicos y para nosotros”. Los niños sólo podían hablar de la alegría de poseer una habitación propia y una cocina separada, además de un comedor donde disfrutar de diarias cenas familiares; “ellos están contentísimos. No están de prestado. Es de ellos”, relata Laura.
Desde el comienzo del proyecto se decidió la construcción de la casa en una superficie elevada. Esta decisión fue tomada debido a la cercanía con el río y el riesgo de inundaciones. Así, con la crecida de agua en la zona, esta no llegaría hasta la casa, lo que representa una gran tranquilidad para la familia: “Los chicos veían un poco de viento o de lluvia y se asustaban, en cambio acá no les afecta”.
En el proceso de construcción, la familia Silva-Miranda sufrió un período de desocupación laboral. Su preocupación iba más allá: la demora en el pago de la mensualidad podía afectar a otras familias en la construcción o mejoras en su casa. Conocidos de la familia los ayudaron a conseguir empleo y así llegaron al pago final. Ahora que falta solo el trámite de levantamiento de hipoteca –indispensable para tener disponibilidad total sobre su casa-, Laura piensa en todas las personas que conoció: “lo que más recuerdo es la ayuda de la gente, lo que nos vinieron a ayudar”. Para ella, que trabajasen al lado suyo como uno más, ayudando y alentando, le demuestra cómo, según sus palabras, han sido y son una gran familia.